sábado, 12 de noviembre de 2011

Palabras pobladas


"La guerra no es pues una relación de hombre a hombre si no una relación de estado a estado, en la cual los particulares solo son enemigos incidentalmente, no como hombres ni aun siquiera como ciudadanos si no como soldados; no como miembros de la patria sino como sus defensores. En fin, cada estado no puede tener como enemigos si no otros estados, y no hombres, puesto que entre cosas de diferente naturaleza no puede establecerse ninguna relación verdadera."

J.J Rousseau


"Todos los hombres están por naturaleza provistos de grandes lentes de aumento (a saber, sus pasiones y egoísmo) vista a través de los cuales cada pequeña contribución aparece un gran agravio; están, en cambio desprovistos de aquellos otros lentes prospectivos (a saber, la moral y la ciencia civil) para ver las miserias que penden de ellos y que no pueden ser evitadas sin tales aportaciones"

Thomas Hobbes


"Aunque la tierra y todas las criaturas inferiores sirvan en común a todos los hombres, no es menos cierto que cada hombre tiene la propiedad de su propia persona. Nadie, fuera de el mismo tiene derecho sobre ella. Podemos también afirmar que el esfuerzo de su cuerpo y la obra de sus manos son también autenticamente suyos. Por eso, siempre que alguien saca alguna cosa de el estado en que la naturaleza la produjo y la dejo, ha puesto en esa cosa algo de su esfuerzo, ha agregado a esta, algo que excluye de ella el derecho común de los demás."

John Locke


"los pintores encargados de dibujar un paisaje deben estar, a la verdad, en las montañas cuando tienen necesidad de que los valles se descubran bien a sus miradas; pero también sucede que solo desde el fondo de los valles pueden ver en toda su extensión las montañas y elevados sitios. Sucede lo propio con la política, si para conocer la naturaleza de los pueblos es necesario ser príncipe para conocer la de los principados conviene estar entre el pueblo."

Nicolás Maquiavelo

lunes, 25 de julio de 2011

Tras las rejas

Dedicado a mis compañeros de la prision Facundo, Bernardo, Gaston, Federico, Nacho, Felipe y Emiliano.


Para saber como nosotros 8 pibes de bien terminamos tras las rejas basta con leer las siguientes líneas.
El ómnibus (si es que a aquel pedazo de lata agonizante se le podía llamar ómnibus) nos llevaba por la ruta despacio. Todos íbamos cabizbajos, pensando en el destino al que nos acercábamos.
Llegamos, nada más y nada menos que al concard, el lugar más gris de todo el gris Uruguay. Aquel enorme edificio transpiraba sufrimiento a la vista de nuestros jóvenes límpido y vírgenes ojos.

Nos hicieron entrar uno a uno a lo que luego descubriríamos era la sala más aceptable de aquel monstruo de cemento. Una habitación bien decoraba pero con las paredes despintadas, con una gran puerta de entrada, varias puertas secundarias que conducían a diferentes cuartos y un gran pasillo que llevaba a las entrañas de la prisión. Los policías nos hicieron pasar primero a uno de esos cuartos en el que cada uno deposito sus pertenencias.

Facundo una caja de condones, Gastón una armónica, Nacho un llavero con forma de guitarra, Federico un boleto, Emiliano su gorro, Felipe un canguro, Bernardo su celular y yo mi billetera.

Luego en otro cuarto nos despojaron de toda nuestra ropa y nos dieron unos mamelucos de esos que se paran solos por la mugre.

“Estos serán sus abrigos en las noches de frío, su baño, su pañuelo de mocos, su propio preservativo, su sudadera” Dijo un policía sonriendo.

Después de eso volvimos a la habitación principal, que hermosa habitación. Tenía unos sillones alrededor de una mesa ratona en los que nos sentamos a esperar que nos llevasen con el resto de nuestros compañeros reclusos hacia nuestra perdición.

Todos cabizbajos nuevamente. Felipe lloraba con la cabeza entre las manos, yo escribía una carta. Gastón estaba estupefacto mirando una cucaracha muerta sobre la mesa (de esos bichos que se mueren pero igual siguen moviendo una o dos gambas). Nacho discutía a gritos con Facundo, al parecer el culpable de aquella deplorable situación, al habérsele ocurrido robarle a una cheta en rivera y Arozena, luego todos marchamos como cómplices de rapiña. Bernardo miraba la nada hecho piedra en un sillón. Los únicos que estaban contentos eran Federico y Emiliano.

Federico había encontrado una guitarra electroacústica de doce cuerdas y tocaba en ella Hochie Conchie Man. Emiliano en cambio había encontrado una pelota y la dominaba en el medio de la habitación incansablemente. Dichos objetos estaban en una de las tantas habitaciones, una con muchos juegos de caja una biblioteca computadoras y de mas.

- Nos van a sentar, todos los chorros - Dije

- Se, vamo a ser las minas de la cárcel - Gastón

- Jaja - Fede

- Bo facu, tenes que decir que fue idea tuya - Nacho

- Ahora ya es tarde – Yo

- Vamo a tar como 5 años acá adentro – Gastón

- Capaz menos por buena conducta – Yo

- Yo no voy a decir nada que la chupen – Facundo

- Nosotros la vamo a chupar, a todos los chorros – Yo

- Duro como pija de preso – Federico

- 5 años acá adentro entregando – Gastón

En eso entro Juan de traje.

- ¿Cómo andas Juan? – Facundo

- Y si algun día salen va a ser a laburar, ahora le tan sacando plata al estado cuando salgan es a producir; tenes que confesar facundo – Juan

- Nos van a sentar, todos los chorros

- Deja de tocar esa canción de mierda – Felipe

- Tranquilo Bo, hay que verle el lado bueno – Federico

- Vos se lo ves porque te gustan los hombres – Nacho

- Llegue a 60, nunca había llegado a 60 – Emiliano

- No te preocupes que acá adentro vas a romper varios récords – Gastón

Nos levantamos por orden de los policías, todos lagrimeando nos encaminamos por el pasillo. A medida que veíamos los rostros sedientos de carne fresca de los reclusos, mis ojos se habrían hasta despertar del todo. Hacia exactamente 5 años que no me sentía tan contento de estar despierto.






Asi sucedio en mi sueño, no me responsabilizo de los delirios que puedan llegar a encontrarse, o de las cosas que no tengan sentido, no estaba conciente cuando imagine toda esta situacion.

domingo, 12 de junio de 2011

Carnero

No apto para menores de 12.



Caminaba solo como tantas otras oscuras noches. Unas horas despues de que el sol se fuera la noche habia permanecido iluminada aun, el cielo azul como el mar profundo y algunas nubes alargadas y rojizas acompañando a unas pocas estrellas ciegas, vaya espectaculo.

Ahora la noche lo observaba desde cada oscuro recondito paraje y el solo deseaba ser parte de esa penumbra. bien savia que los ojos qu ven desde la sombrta distinguen aquello que habita en la luz ademas de poder ver todo ltaba erao que los rodea en el mar de oscuridad, mientyras que los que habitan en la luz solo la luz enceguecedora pueden ver.
Camuflado en la noche avanzo por la empinada calle haccia arriba, todo habia dormido o todo habia muerto. Era dificil saverlo pero no importaba si era una cosa o la otra, la noche se cernia sobre la ciudad como una enorme nube venenosa.
Pocos ojos furtivos observaban al que pasaba, este apreto la mano entorno al mango de su arma fruncio el entresejo lanzo un suspiro que murio congelado en el aire y siguio caminando, procurando no ir ni muy lento ni muy rapido, procurando acompasarse a la noche y que sus pasos marcaran el compas de ella. Como bailando con ese espectro negro.
Llego a la casa finalmente. Todo estaba, negro, sumamente negro, no habia luna, no habia vida en aquella noche muda. Patio la puerta elevando el pie altamente y la derribo sin problema. En ese momento un az de luz amarilla salio de la casa y le arrebato la vissta. Parecia que alguien habia abierto una pequeña brecha un agujero en aquella negra ciudad y que ahora todo el oro y la luz que la oscuridad reprimia se filtraba por ese agujero.
Habilmente se agacho y en cuanto pudo descubrir la figura de un hombre intentando refugiarse disparo y dio en el blanco. Solo un disparo, solo ese sonido profirio la noche. Se alejo caminando de la casa. La luz calida se habia extinguido, todo pàrecia estar en su devido lugar. Excepto por la calle, la calle por la que habia venido no estaba en bajada, se habia convertido en un estrecho callejon que subia serpenteando entre las casas. La noche se cerro sobre el y lo queria muerto. Algo mas estaba mal, miro a un lado y a otro y con un agujero en el pecho y el alma sangrando de precipito hacia la noche, el otoño caia desde los arboles pero no era momento de caer como todas esas hojas.

Oyo un sonido melancolico en la noche y distinguio un hombre a solo unos pocos metros de el sentado en el cordon. ¿De donde habia salido? ¿como no lo habia visto de mas lejos? Sin duda sus sentidos comenzaban a fallarle devido a toda la sangre que le brotaba del pecho.
El otro hombre tocaba una armonica suavemente acariciandola con sus labios tenia los codos apoyados sobre las rodillas y un sombrero escondiendole el rostro. Al sentir la presencia de el otro hombre que permanecia parado mirandolo con una mano en el pecho y la otra en un arma levanto la cabeza y al mirarlo comenzo a reir. Una risa quedada y putrefdacta como si todos los ancianos de la tierra se rieran a gtraves de el.
Aparto la vista con ira y siguio camionando, ahora sus pasos se desacompasaban con la melodia de la noche. Depronto su cuerpo comenzo a temblar se debilito y cayo al suelo. Tomo aire y se levanto. Continuo caminando por el callejon, iba apoyandose en los muros de las casas quie cercaban el camino.
Cayo de nuevo pero esta vez no volvio a levantarse. Ni siquiera podia moverse. Miro al suelo de adoquines mojados porla humedad de la noche miro mas lejos y vio su mano inmovilizada miro mas lejos y vio tres figuras. Dos hombres estaban incorporados de cuclillas a solo dos metros de el lo miraban mientras sonreian maquiavelicamente. Uno jugaba con un cuchillo entre sus manos, el otro sostenia a la tercer figura que estaba en el medio de los dos hombres, un perro negro y corpulento de ojos hambrientos y dientes mortiferos; gruñia, se sacudia espectante, se le caia la baba. soboreaba aun sin haber provado bocado.
Otra vez se rompio el silencio, la noche ya no le pertenecia.

domingo, 27 de marzo de 2011

El dia que nos perdimos

Cuando nos perdimos dentro de nosotros mismo y no nos dejamos jalar hacia afuera ese dia se poso la noche eterna en el horizonte, ese dia perdimos algo.

Cuando comenzamos a utilizar palabras, miradas y acciones para conformar armaduras que nos protejieran ese dia las nubes color fuego abandonar la noche y el cielo dejo el azul, ese dia perdimos algo.

Cuando olvidamos hablar con quien teniamos a nuestro lado. Cuando olvidamos relatarnos unos a los otros acerca de las tormentas que se sacudian en nuestro interior. Cuando creimos que era normal refugiarse en una botella, dopar nuestros cuerpos, alejar la conciencia, para poder mirarnos a los ojos y hablarnos. Para poder actuar como queriamos sin nuestro consentimiento. Ese dia en silencio sin que nadie lo advirtiera la luna de plata deserto el firmamento, ese dia perdimos algo.

Y cuando finalmente cansados, solos, desdichados, olvidados, sin colores en la noche nos rendimos decidimos condenarnos del todo. Nos sentamos frente a estas ventanas que la realidad no muestran y cambiamos palabras por caracteres, caricias por tecleado, dejamos de mirarnos a los ojos. Ese dia las estrellas dejaron su destello para siempre y se humdieron en la oscuridad, ese dia perdimos algo.

Nos dejamos convencer de que no habiamos perdido nada. Nos dejamos convencer de que era algo normal, de que era parte de nosotros de que era necesario para nosotros. Mientras que lo que simepre fue necesario siempre lo tuvimos, el calor de alguien a nuestro lado, los suspiros muriendo en el aire de invierno, dos manos entrelazadas, palabras entrecortadas, los ojos vidriosos contemplando ambos el mismo paisaje.