En un
valle. Entre monstruosas montañas de piedra que alcanzaban el firmamento.
Brotaba la vida alimentada por un sinfín de ríos que bajaban color carmín desde
las montañas.
El
hogar de los hombres que cantaban, era un hermoso hueco en pangea.
Alli se
habían establecido hacia ya mas de 100 años los primeros hombres. Una pareja de
mudos que se dedicaba a escuchar a la tierra crecer. Oian a los ríos brotar
desde lo alto de las montañas, derretirse la nieve. Oian a los pajaros cantar
en los arboles. Oian el silbido del viento entre las piedras filosas.
Sus hijos hijos habían nacido con la capacidad de emitir sonidos, asi también sus hijos y los hijos de sus hijos. A diferencia de los primeros pobladores además de oir cantaban. Entonaban bellos cantos sin un patrón fijo a cualquier hora del dia. Y acompañados por la melódia armonía y eco de las montañas surgían las mas hermosas piezas jamás entonadas.
Asi se
hacían entender a cualquier hora del dia
en cualquier lugar del valle, ya que la música de sus gargantas llegaba
a todos los parajes.
En la mañana situándose en el medio de la aldea un joven entonaba una canción al sol naciente que peleaba por aparecer entre las moles de piedra filosa. A medida que el resto de los habitantes de la aldea se despertaban mas fuerte armonica y rica era aquella canción.
Los
pajaros añadían su parte. Los arboles sacudían las ramas, los ríos,
repiqueteaban de roca en roca, los peces chapoteaban en el agua, el valle
entero despertaba y cantaba.
Luego
se ponían manos a la obra y siampre cantando, ya fuese mas alto o bajo, mas
grave o agudo, mas a prisa o lento se perdían los grupos entre en el bosque del
valle. Algunos juntaban leña para el fuego, cada crujir de cada rama encajaba
perfectamente en la canción. Las mujeres iban a lavar ropa al rio recolectar
agua y pescar, hacían al rio cantar y sus punzantes voces estremecía el agua.
Otros recolectaban fruta trepados a los arboles, se cantaban los unos a los
otros desde abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, desde un árbol al otro,
y el sonido de la fruta callendo en los canastos de minçmbre era la percusión
mas peculiar jamás oida.
En la
aldea eran pocos los que se quedaban, ocupados en reparar limpiar y embellecer
el hogar. Los niños principalmente cumplían esa tarea y era emocionante
oir a ese grupo de pequeños hombres
cantar. Es cierto que desentonaban, no respetaban el compas del valle y se
peleaban por ser la voz principal. Pero como todo lo que los niños hacen a
pesar de no respetar pelear y desordenar era de lo mas bello en todo ese
pequeño mundo.
Asi
transcurrria la vida de estos hombres una canción de sol a sol, una armonía con
todo lo que los rodeaba.
Està muy bueno Negro. Te inspiraste. Hacìa tiempo que no publicabas nada ehhh.
ResponderEliminarAlvaro